ELLOS

En la universidad tuve la idea de escribir un libro: “Los amores ridículos de Cyn”. Una compilación de historias propias de desamores, decepciones y lágrimas. A veces me parecía una muy buena y divertida idea, otras me parecía algo muy tonto para hacer. 20 años después, desde mi ser feminista actual, vuelvo a la idea… con un twist. La lectura de Pura Pasión de Annie Ernaux me recordó heridas pasadas y tuve el impulso de escribir el relato de mi vida más cercano a lo que me pareció una horrible obsesión de la protagonista con un hombre. 

Ahora, más que historias de pérdida de amores, las veo como historias de pérdida de mi misma. Me doy cuenta de todo lo que hice, dejé de hacer y soporté por mi necesidad de agradar a los hombres, de no estar sola. Ponerlos en papel ha sido un proceso emocional fuerte y definitivamente sanador. Reconozco que mantuve el contacto con varios de estos hombres a lo largo de mi vida por el mandato patriarcal de agradarles, de sentirme al menos remotamente deseada aún por ellos. A partir de este ejercicio de escritura he podido, al fin, bloquearlos de mi vida.

T.
Nos vimos entre los pasillos del Sumesa y fue claro que nos gustamos de inmediato. Saliendo en el coche con mi mamá, él tomó su bici y nos siguió… aunque después supe que ese también era el camino a su casa, a solo una cuadra de la mía. Otro día me emocionó verlo tomando un camión cerca de los Viveros. Otro día salí a la papelería y ahí estaba de nuevo con su bici. Se acercó, qué nervios, platicamos. Le di
mi teléfono.

A mis 16 años llevaba unas semanas con mi maravilloso primer novio y ahora se aparecía este. Quería mucho hacerle caso, me fascinaba él y me fascinaba gustarle, coqueteaba hasta un límite pero a falta de disponibilidad, quedamos como amigos. Con el novio duré 8 meses y me cortó porque se iba de cura. Otra gran historia.

Seguimos siendo amigos, mejores amigos. Hasta el beso en el Alebrije. Esperé algo que no sucedió y muy contrario a eso, él se alejó. Mi mamá se dio cuenta, me preguntó, lo negué. ¿Cómo demonios se dan cuenta de esas cosas las mamás? Sí, mamá, sí nos besamos. Si me lo encontraba en la calle me decía que me llamaba para vernos y no lo hacía. Toqué el fondo del pozo del amor romántico esa tarde de viernes o sábado que no hice planes porque tal vez me llamaba. Tomé el teléfono inalámbrico y una cobija y subí a sentarme a la azotea viendo hacia su casa, a esperar su llamada o verlo salir sin mi. Después de un rato me resigné y me metí a la casa. No recuerdo cómo superamos esa etapa, pero nunca platicamos al respecto. Seguramente él retomó el contacto como sin nada y yo, feliz.

Cuando me fui a Italia saliendo de la prepa, iba deprimida, asquerosamente enamorada, sin disfrutar el viaje con mi familia por pensar en él. Un día le llamé y me dijo que estaba en el funeral del abuelo de su amigo. Evitó hablar conmigo y me pasó a su amigo. Seguramente iba acompañado. Le escribía mails y no me respondía. Las humillaciones no me habían sido suficientes, así que al regresar a México, cuatro meses después, seguíamos siendo grandes amigos y coqueteando. Ya en la universidad, me invitó a Acapulco un par de días porque estaba haciendo prácticas allá y también iban otros amigos. Para entonces yo ya había tenido varias y muy chidas experiencias sexuales y él supuestamente aún era virgen. Eso lo sigo creyendo, por su reacción cuando llegó el momento. Fue una gran satisfacción y una victoria para mi. Sin embargo, eso tampoco derivó a la relación romántica que anhelaba con él. No recuerdo cómo siguió nuestra relación entonces, pero probablemente sucedió lo mismo que con el primer beso.

Mi primera gran cruda la pasé echada en su sala. Un día me habló para ir a recoger el primer coche de agencia que compró. Fuimos caminando a la Renault de Universidad. Cuando lo operaron de los ojos fui a su casa a visitarlo. Moría por besarlo o que pasara algo, pero evidentemente él no. Lo había invitado a la boda de una amiga y con otra amiga habíamos organizado todo para dormir con los respectivos chicos sin que nuestros papás sospecharan (ahaaa). Un día por mensaje le dije que estaba hablando con un amigo que sí me llamaba y él rápidamente se zafó del compromiso con “pues dile a ese amigo que te acompañe a la boda”. Y no me respondió más. Fui sola a la boda, mi amiga se aventó la bronca con sus papás por compartir el cuarto con el novio (¡perdóname, amiga!) y yo formé parte de un muy divertido grupo de solteras. 

Hubo una reunión en su casa, creo que su cumpleaños. Estaba yo ahí con sus amigos, de pronto él se fue y regresó con una chica, que traía un girasol que él le había regalado. Y yo no entendía, pero seguro que en el fondo sí entendía y me quedé tratando de ocultar mi corazón roto platicando un poco con su amigo antes de irme. En la más grande humillación (al menos la que reconocí como tal) ni siquiera estaba él presente…o tal vez sí y no lo vi. Fue una noche de doble humillación (y se repite esta palabra porque no hay mejor descripción) involucrando otra gran historia con una amiga traicionera y otro tipo que me encantaba. Fue en un antro de Escenaria al que quiso ir la “amiga”, yo no me sentía muy cómoda por lo fresa del lugar, pero era feliz de salir con el otro tipo a donde fuera. Cuando fui al baño escuché la plática de unas chicas, no sé si fue casualidad, DEMASIADA casualidad, o era intencional para que yo la escuchara. Yo no las conocía. Platicaban del sujeto en cuestión, dijeron su nombre. Hablaron de cómo en su viaje a Europa a ver a la del girasol, se había convencido de que era el amor de su vida, o se lo había dicho, o le había pedido matrimonio o algo así. Se me revolvió la panza, no podía creer que estuviera escuchando eso ahí. Nos habíamos visto cuando volvió de ese viaje y me platicó que el último día en Italia le sobraba dinero y había rentado una limusina, y que en una iglesia había visto a una chica que parecía triste y la había invitado a pasear, todo buena onda. No sé si me estuviera hablando de la del girasol, o en verdad fuera una desconocida, ni si las cosas pasaron como dijo o pasaron en realidad, pero qué más da. Ese día estuvo muy raro conmigo, incómodo, cortó rápido la reunión para la que yo, ilusamente, había apartado toda la tarde.

Hoy me sorprendí al encontrar unos mails llenos de palabras amorosas -aunque sin promesas- de cuando yo estuve fuera de México en 2004, aunque él andaba con la del girasol, a quien yo llamaba “la fea” y me decía que seguía con ella pero no se iban a casar. El último intercambio de mails fue estando yo ya de vuelta, un reclamo sobre su poca atención de mi parte y un “te enojas sin motivo” de la suya. Spoiler, sí se casaron. Me habló un 24 de diciembre en la mañana para darme la feliz noticia, pero no fui requerida para la fiesta.

Cuando vi el capítulo de Sex and the City donde Big se casa con Natasha y Carrie le dice que muy bien, que se case con su chica beige y sea feliz en su vida beige, porque no iba a poder con todos sus colores… me sentí muy identificada. Ahí me di cuenta de que en verdad no hubiéramos funcionado juntos. Yo era demasiado “rara” para él, tal vez por eso le atraía, pero nunca me tomó en serio. A mi él me hubiera aburrido, o peor, hubiera logrado opacar mis colores.

A lo largo de los años de pronto me escribía por facebook: que si cómo estoy y qué es de mi vida, que si fue a un café con una luna morada que me encantaría, que encontró mi dibujo o tal cosa que le escribí, bla, bla. Nos vimos por última vez alrededor del 2016, yo ya de vuelta en México después de tres años y medio fuera. Pasó por mi y fuimos al Jarocho, como siempre. Platicamos equis y no estuvimos ni una hora porque resultó que tenía que ir al súper. Le pregunté si su esposa sabía que venía conmigo, dijo que sí. Seguro que no.

Me seguía escribiendo de vez en cuando, yo contestándole según mi humor, según elegía ignorar o no sus groserías. Las últimas veces, durante la pandemia, ya no le respondía. Un día me hartó y le contesté que me intrigaba mucho por qué me seguía escribiendo, que no le convenía porque cada vez me acordaba de más humillaciones de su parte. Se puso digno y respondió: “no, para nada, siempre fue todo lo contrario. Pero bueno, no te vuelvo a molestar.” Bloqueado.
 
Cosas ridículas que dijo e hizo que ahora resultan muy insultantes: Que nosotros ya sabíamos que éramos uno para el otro y nos íbamos a casar, entonces para qué presionar y andar ahora, jajaja ¿por qué carajos me creí eso? Que él me había escrito una canción de Benny Ibarra. Supuestamente había estudiado música y era ghost writer de canciones. Me queda la duda. Benny Ibarra se enojó cuando le pregunté en el backstage de un palenque.

Invitarme a mí, en papel de mejor amiga y a otra chica a su graduación. No recuerdo si me dijo antes pero estoy casi segura de que me enteré ese mismo día. Ella y yo nos peleamos un poco por ir en el asiento de enfrente del coche. Luego no me hizo caso en toda la noche hasta que ella se fue. Que se mudó a Chile a trabajar de piloto en la ruta hacia Australia cuando yo vivía allá, por si me encontraba en un viaje. ¿Quién toma esa ruta desde México? Nadie. Que su hija tiene mis ojos. Vete a la chingada.

Y hoy, ¡8 de marzo!, se aparece con un like en mi video feminista en instagram, donde no sabía que me seguía. Bloqueado.


Sobre la autora: Cynthia Granados Posada. Cynthia Graps (1982). Performancera feminista mexicana, convencida de que la experiencia artística ayuda a sanar el espíritu. Con sus acciones rituales y participativas le interesa provocar reflexiones sobre las opresiones patriarcales hacia las mujeres como la culpa, el machismo en la cultura popular y los estereotipos de género.

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