Carta a mis amigas

Amigas, hoy desde la tranquilidad de un nuevo hogar, les escribo. Hay un gato naranja que descansa plácidamente sobre mi pijama y yo estornudo de vez en cuando discretamente con temor a despertarlo. Hoy escribo esta carta a ustedes, con el deseo de publicar mis más profundos sentires y darle, a cada una, un lugar en mi vida. Las amigas son, tal vez, todo en este mundo que aún no terminamos de comprender, las amigas son andares y caminos, son lugares y destinos, son palabras y silencios, son luchas colectivas e individuales, y son, sin lugar a duda, fuerza y cariño en una aleación casi perfecta.

Amigas, con algunas de ustedes he caminado años, con otras he subido solo algunas montañas, con otras apenas comienzo el recorrer de los laberintos de este mundo, pero todas tienen un lugar en esta carta, porque las mujeres merecemos reconocernos en la amistad y el amor entre mujeres, ese amor que es tan único y particular que solo nosotras entendemos, incluso me atrevería a decir que no todas, tal vez solo unas pocas.

Ahora bien, quiero escribir de ustedes, describirlas desde mis ojos. Ustedes mis amigas son salidas en bici, un vino coqueto en las noches, una crítica de vez en cuando, un abrazo con lágrimas, un bordado a mano, una risa en la montaña, una película en pijama, un baño en un rio, o un grito en una marcha. Ustedes son mi refugio, pero también son la incomodidad de salir de mi zona de confort. Ustedes son muy diferentes entre sí, también diferentes a mí, pero con cada una de ustedes logro encontrar lo que necesito. Es difícil describir la amistad, también es difícil describir a cada una de ustedes, pero sé que entenderán el mensaje subliminal en estas palabras.

Hoy les agradezco dejarme ir y venir, dejarme ser familia, hermana, tía. Hoy en la lejanía les recuerdo que las adoro y las extraño. Hoy desde la cercanía las nombro y las reconozco como mis amigas. Hoy les agradezco cuidarme y dejarme cuidarlas. Les doy las gracias por la palabra compartida, por su paciencia, por su compañía, pero también por su ausencia cuando es necesaria. Hoy, para terminar, les doy las gracias por leerme y reconocerse en cada una de mis palabras y aceptar mi sentir hacía ustedes.

Amigas, ustedes son y permanecerán, porque son las letras plasmadas en esta carta. Sin más, solo queda decirles que el amor entre mujeres es lo más potente que uno puede encontrar, por eso lo valoro en esta carta y lo reivindico al publicarla.


Sobre la autora: Elisa Lotero Velásquez. Colombiana residente de la Ciudad de México. Bióloga apasionada, dedicada a la investigación etnobotánica, amante de las plantas, los bosques y las selvas. Feminista declarada desde que se hizo consiente de su posición como mujer. Desde el feminismo ha encontrado un espacio para ser creadora, educadora, militante y escritora. Elisa es fundadora del espacio de educación “altavoz violeta”, miembro del colectivo “Rosas Rojas”, escritora de “Círculo literario de mujeres” y autora de uno de los relatos publicados en la antología “El feminismo me jodió la vida y después me salvó”. Además, le encanta crear cosas nuevas con hilos, agujas, fotos y acuarelas. Heredó sus manos creadoras de su abuela y su madre y considera que la escritura, el bordado y todas las manifestaciones artísticas y manuales han sido históricamente y siguen siendo herramientas poderosas de lucha y sanación entre mujeres.

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